Memorias de un asesino 1
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Memorias de un asesino 1
-¿Y cual es tu historia?- preguntó interesada la enana mientras tomaba un sorbo de cerveza y observaba al hombre que tenia enfrente.
-Si me dejas de preguntar de una vez por todas te la cuento...sin interrupciones, sin preguntas, sin juzgarme-miró de reojo a la enana esperando una respuesta.
-Está bien, quiero saberlo...comienza - dió otro sorbo a la cerveza y apoyando los codos en la meza y juntando las manos enfrente de la boca miró fijamente al hombre.
-Poco recuerdo de mis primeros años-dijo bajo acompañando con un suspiro de fastidio la frase.
-Tengo un vago recuerdo de un ataque a una caravana, fuego, gritos y alguien lanzándome a la espesura del bosque. Quiero pensar que fue alguno de mis padres, y que alguna vez alguien me quiso.
La enana iba a interrumpir abriendo la boca pero el hombre le hizo un gesto y la cerró mostrando su desacuerdo con algo parecido a un suspiro.
-Lo que si recuerdo vivamente fueron esos años que pasé solo en el bosque, sobreviviendo a base de convertirme en un depredador más, vagando, ocultándome, cazando...despertando mis más salvajes instintos de supervivencia.
No se cuanto tiempo pasé en los bosques pero fueron varias estaciones pues recuerdo las nieves...el frio...el hambre, me desplacé como una fiera que se mueve junto sus presas y un día fui capturado por humanos, más bien esclavistas, que poco tienen de humano.
Vendido al mejor postor terminé en la ciudad portuaria de Rosleon. Mi dueño me hizo pelear en la arena, y eso hizo que el Bajá pusiera sus ojos en mi. Hizo una oferta a mi dueño que no pudo rechazar-hizo una pausa- una daga contándole el cuello.
El humano mostró una sonrisa cruel recordándolo que hizo que la enana se estremeciera, después de una pequeña pausa prosiguió con su relato.
-Fui entrenado en el arte del combate, y no me refiero a esa chorrada noble de caballeros, sino en uno que te permitiera ganar rápidamente, sucio, certero (hizo un movimiento con la mano como si tuviera un puñal en ella) sin malgastar movimientos pero que te asegure la victoria. También fui instruido en las artes … como lo diría-miró al techo- si, la sustracción de objetos que sobran a otras personas-sonrió a la enana divertido- . No me gusta hablar de esa época simplemente has de saber que fui ascendiendo en la organización a cambio de encargos-hizo una pausa- y no siempre eran robos. Lanzó una mirada a la enana, era dura, fría...inquietante y dejó el resto a la imaginación de la mujer.
-Logré comprar mi libertad. Mi vida ya no pertenecía a nadie más que a mi, pero me pidieron un último favor- la miró- y aquí estoy ayudando a una enana que vete a saber como demonios ha logrado que mi organización la deba un favor-dijo malhumorado cruzando los brazos y mirando la cara sonriente de ella-
-Cruzando el maldito océano para sabe dios que....
La enana terminó de un sorbo su cerveza y dijo:
-quizás algún día te lo cuente – mientras le guiñaba un ojo como que hubiera ganado un combate tras una larga lucha.
-Bha¡ olvídame- sensiblemente malhumorado
-vamos “A” es solo una broma-soltó unas monedas a la camarera- quizás algún día me digas porque te llamas “A”.
El humano la miró de arriba abajo.
-Eso...tendrás que ganártelo -se puso su capucha y se levantó, no hablo más pero acompañó a la enana fuera de la taberna, ella estaba pensativa, eran las palabras más sinceras que le había dirigido “A” desde que se conocían, apreciaba al humano y quería que abriera sus sentimientos.
“A” puso la mano delante de la enana, y de repente con un suave salto desapareció de su lado, allí estaba la enana sola en la parte trasera de la taberna cuando dos individuos aparecieron al final de la calle, su silueta a la luz de la luna era de gente fornida; caminaban seguros...hacia ella. Se dio media vuelta para intentar marchar de ahí, esa situación no le gustaba nada, pero una tercera figura apareció impidiendola su huida, escuchó el temible sonido de dagas saliendo de su vaina y risas divertidas, los atacantes aceleraron el paso hasta rodearla. Llevó su mano a la maza que portaba en el cinturón pero cuando iba a cogerla, era demasiado tarde. Uno de ellos hizo un movimiento rápido para clavarla la daga en el cuello. Solo pudo cerrar los ojos e iniciar un rezo a su dios. Pero ese corte nunca llegó. Cuando abrió los ojos solo vio a “A” guardando sus armas y mirando los cuerpos de los tres matones.
-Como te dije, quizás algún día te lo cuente.
La enana sonrió pues sabia que se había ganado el respeto del hombre.
-Si me dejas de preguntar de una vez por todas te la cuento...sin interrupciones, sin preguntas, sin juzgarme-miró de reojo a la enana esperando una respuesta.
-Está bien, quiero saberlo...comienza - dió otro sorbo a la cerveza y apoyando los codos en la meza y juntando las manos enfrente de la boca miró fijamente al hombre.
-Poco recuerdo de mis primeros años-dijo bajo acompañando con un suspiro de fastidio la frase.
-Tengo un vago recuerdo de un ataque a una caravana, fuego, gritos y alguien lanzándome a la espesura del bosque. Quiero pensar que fue alguno de mis padres, y que alguna vez alguien me quiso.
La enana iba a interrumpir abriendo la boca pero el hombre le hizo un gesto y la cerró mostrando su desacuerdo con algo parecido a un suspiro.
-Lo que si recuerdo vivamente fueron esos años que pasé solo en el bosque, sobreviviendo a base de convertirme en un depredador más, vagando, ocultándome, cazando...despertando mis más salvajes instintos de supervivencia.
No se cuanto tiempo pasé en los bosques pero fueron varias estaciones pues recuerdo las nieves...el frio...el hambre, me desplacé como una fiera que se mueve junto sus presas y un día fui capturado por humanos, más bien esclavistas, que poco tienen de humano.
Vendido al mejor postor terminé en la ciudad portuaria de Rosleon. Mi dueño me hizo pelear en la arena, y eso hizo que el Bajá pusiera sus ojos en mi. Hizo una oferta a mi dueño que no pudo rechazar-hizo una pausa- una daga contándole el cuello.
El humano mostró una sonrisa cruel recordándolo que hizo que la enana se estremeciera, después de una pequeña pausa prosiguió con su relato.
-Fui entrenado en el arte del combate, y no me refiero a esa chorrada noble de caballeros, sino en uno que te permitiera ganar rápidamente, sucio, certero (hizo un movimiento con la mano como si tuviera un puñal en ella) sin malgastar movimientos pero que te asegure la victoria. También fui instruido en las artes … como lo diría-miró al techo- si, la sustracción de objetos que sobran a otras personas-sonrió a la enana divertido- . No me gusta hablar de esa época simplemente has de saber que fui ascendiendo en la organización a cambio de encargos-hizo una pausa- y no siempre eran robos. Lanzó una mirada a la enana, era dura, fría...inquietante y dejó el resto a la imaginación de la mujer.
-Logré comprar mi libertad. Mi vida ya no pertenecía a nadie más que a mi, pero me pidieron un último favor- la miró- y aquí estoy ayudando a una enana que vete a saber como demonios ha logrado que mi organización la deba un favor-dijo malhumorado cruzando los brazos y mirando la cara sonriente de ella-
-Cruzando el maldito océano para sabe dios que....
La enana terminó de un sorbo su cerveza y dijo:
-quizás algún día te lo cuente – mientras le guiñaba un ojo como que hubiera ganado un combate tras una larga lucha.
-Bha¡ olvídame- sensiblemente malhumorado
-vamos “A” es solo una broma-soltó unas monedas a la camarera- quizás algún día me digas porque te llamas “A”.
El humano la miró de arriba abajo.
-Eso...tendrás que ganártelo -se puso su capucha y se levantó, no hablo más pero acompañó a la enana fuera de la taberna, ella estaba pensativa, eran las palabras más sinceras que le había dirigido “A” desde que se conocían, apreciaba al humano y quería que abriera sus sentimientos.
“A” puso la mano delante de la enana, y de repente con un suave salto desapareció de su lado, allí estaba la enana sola en la parte trasera de la taberna cuando dos individuos aparecieron al final de la calle, su silueta a la luz de la luna era de gente fornida; caminaban seguros...hacia ella. Se dio media vuelta para intentar marchar de ahí, esa situación no le gustaba nada, pero una tercera figura apareció impidiendola su huida, escuchó el temible sonido de dagas saliendo de su vaina y risas divertidas, los atacantes aceleraron el paso hasta rodearla. Llevó su mano a la maza que portaba en el cinturón pero cuando iba a cogerla, era demasiado tarde. Uno de ellos hizo un movimiento rápido para clavarla la daga en el cuello. Solo pudo cerrar los ojos e iniciar un rezo a su dios. Pero ese corte nunca llegó. Cuando abrió los ojos solo vio a “A” guardando sus armas y mirando los cuerpos de los tres matones.
-Como te dije, quizás algún día te lo cuente.
La enana sonrió pues sabia que se había ganado el respeto del hombre.
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